«Indignado». Así estaba ayer Silvio Berlusconi después de la primera aparición de Patrizia D´Addario en la televisión italiana, que se convirtió en un verdadero boom con una audiencia récord de más de 7 millones de espectadores y un rating del 28,92 por ciento.
D´Addario, la prostituta que en junio pasado desencadenó un terremoto político al revelar su noche de sexo (pago) en la mansión romana del premier, habló de ese tema varias veces en los últimos meses y había sido vista en medio mundo, pero no en Italia.
Así, con mucho retraso, los telespectadores italianos pudieron ver con sus propios ojos y oír con sus propios oídos a la prostituta que saltó a la fama mundial por grabar audios y videos de sus encuentros eróticos con el Cavaliere , en un escándalo más internacional que interno que golpeó como nunca la imagen del premier.
En su aparición en vivo desde Bari, en el programa opositor Annozero , de Rai 2 -que estuvo a punto de ser censurado debido a fuertes presiones políticas del gobierno-, D´Addario, de 42 años, confirmó todo lo que ya había dicho en los últimos meses. Es decir, que llegó por primera vez a la mansión romana de Berlusconi, de 73 años, de la mano del joven empresario Giampaolo Tarantini, indagado por inducción a la prostitución, corrupción y tráfico de droga, que le pagó 1000 euros por ir a una fiesta (no 2000, porque no se quedó a dormir), y que la segunda vez, la noche en la que fue electo Barack Obama, sí se quedó a dormir.
Esa noche, Berlusconi le aseguró que iba a ayudarla a obtener unos permisos para un proyecto turístico que tiene en Bari. Pero como no cumplió con su promesa, ella decidió vengarse.
D´Addario señaló que Berlusconi sabía que ella era una escort , dato que no coincide con la versión de Tarantini, que siempre alegó que el premier desconocía que él les pagaba a las chicas que llevaba a sus fiestas y que le presentaba como amigas para complacerlo.
La aparición en TV de D´Addario reavivó el debate sobre el rol de la televisión pública y creó gran revuelo político. E hizo enfurecer al Cavaliere que, fiel a su estrategia de negarlo todo, anoche aseguró que no se iba a «dejar intimidar por mentiras».
«Nuestro pueblo nos quiere en el gobierno hasta el final de la legislatura, estamos decididos a seguir adelante y no nos detendremos», aseguró.
Berlusconi tampoco tendrá hoy un día fácil: hoy habrá una masiva manifestación en favor de la libertad de prensa, y en su contra. Una protesta que el mismo Cavaliere definió «una farsa».
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