
«Los favores a cambio de sexo son habituales»
Instituciones Penitenciarias destituyó ayer a la dirección de Alcalá Meco y suspendió a dos funcionarios por «comportamientos irregulares» con las presas de Alcalá-Meco
MADRID- Era vox populi. El intercambio de favores por encuentros íntimos con las presas en la cárcel de Alcalá-Meco era conocido por los funcionarios de otros centros penitenciarios. «Ninguna cárcel se libra de estos chanchullos, pero también hay casos de denuncias falsas», explicó a LA RAZÓN un trabajador de otra prisión madrileña. La noticia saltó ayer cuando el diario «20 minutos» destapó que dos funcionarios del centro penitenciario Madrid I habían sido destituidos por «comportamientos inaceptables».
En concreto, se descubrió que un funcionario había abierto las celdas de dos internas y permaneció con ellas varias horas, aunque se investiga si mantuvo relaciones sexuales consentidas con las mismas. Instituciones Penitenciarias también detectó que algunos funcionarios introducían y consumían alcohol en el centro.
Una antigua interna del centro penitenciario Madrid I, en Alcalá Meco, aseguró ayer a Europa Press que fue forzada por «funcionarias y funcionarios» y que ofreció «favores sexuales» sin su permiso y «cuando no le apetecía». Según su experiencia, el alcohol y los favores formaban parte de la noche. «Saben que no te queda nada. Te ofrecen café, tabaco… aceptas pensando que es una vez o dos, pero no es así», afirmó Sofía.
Otras fuentes aseguraron que uno de los dos funcionarios suspendidos salió del centro la pasada Nochevieja para comprar alcohol que luego consumió con varios compañeros. También confirmaron que hay testigos que escucharon como el otro trabajador mantenía relaciones sexuales con las dos presas a las que abrió la celda. En cambio, fuentes penitenciarias señalaron que, según su investigación, este trabajador habría estado «fumando un cigarrillo» con alguna de las reclusas.
El funcionario madrileño explicó que «en Meco la mayor parte de las internas está allí por tráfico de drogas», por lo que es probable que intenten «colar» estupefacientes en el centro. Además, las presas también intentan conseguir un «trato preferente» para cosas más domésticas como comprar en el economato.
Fuentes sindicales aseguraron a LA RAZÓN que existe un vídeo en el que se puede ver a un funcionario abriendo el economato a una interna para comprar tabaco, aunque descartan que fuese un intercambio sexual. «Con todas las cámaras de videovigilancia que hay es casi imposible que no se hayan grabado esos supuestos abusos sexuales», consideraron. Otro sindicato, en este caso de funcionarias, denuncia que esta situación se produce por la «incorrecta aplicación de la Ley de Igualdad», que desde 2007 ha dado vía libre al acceso directo de hombres a las internas.
Respecto a los casos denunciados, Instituciones Penitenciarias anunció que se había suspendido de empleo y sueldo a dos funcionarios y destituido al director de la prisión, José Luis Cuevas, así como al subdirector de seguridad y al administrador, dejando a un inspector encargado de la gestión del centro. Asimismo, el departamento que dirige Mercedes Gallizo matizó que esta decisión es fruto de una investigación que se inició a finales del pasado año tras tener conocimiento de presuntas irregularidades.
Por su parte, desde Prisiones se aseguró que no hay ningún indicio de que estos favores sexuales se produjeran a cambio de drogas, en cuyo caso se hubiera puesto el caso en conocimiento del juez. La investigación pretende depurar responsabilidades y ver hasta dónde llegan estos «comportamientos inaceptables», que han sido «cortados de raíz». Además, señalaron que son «individuales y no afectan a la generalidad» de los funcionarios que atienden a las más de 600 presas del centro.
«Nos llaman putas, nos insultan…»
La Ley de Igualdad les ha destrozado, a muchas de ellas, la vida. «Tenemos miedo», aseguraba una funcionaria de prisiones de la escala femenina con más de doce años a sus espaldas. Ahora deben enfrentarse a presos muy peligrosos, e incluso, delincuentes sexuales. Y su día a día no dejaría indiferente a nadie. «Nos llaman putas, nos insultan…», asegura otra funcionaria, que no termina de entender por qué está obligada a presenciar «las duchas de los internos y entrar en los servicios de hombres». La medida, como ya se ha demostrado, también perjudica a las internas que están acostumbradas a tratar con mujeres.
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