

FICCIÓN. “LA MUJER SIMULA EL ORGASMO PORQUE ESTÁ DEDICADA MÁS AL HOMBRE QUE A ELLA MISMA”, DICEN.
En la Argentina, ¿cuál es el motivo más frecuente de consulta de las mujeres? Juan Carlos Kusnetzoff: La falta de orgasmo.
León Gindin: Y en mayores de 45, la falta de deseo. Todavía muchas mujeres siguen creyendo en el mito del orgasmo clitorideano y el orgasmo vaginal. El orgasmo es uno solo, por estímulo del clítoris o por penetración. Muchas mujeres creen que porque no tienen orgasmos durante la estimulación coital con penetración, son anorgásmicas. Lo cual no es cierto. Son mujeres que, por lo general, tienen orgasmos por estímulo directo del clítoris. En la edad de la pre-menopausia, donde las hormonas cambian, se pierde parte del interés sexual que antes tenían. Y el marido reclama “hace tanto que no lo hacemos. ¿Qué nos está pasando?”. Y ella se da cuenta que no tiene ganas. Y ahí aparece la disfunción del deseo.
K.: Pero hay mujeres que tienen bastante menos de 50, que consultan por falta de deseo sexual. Lo que distingue, a mi juicio, en los últimos años la problemática de la falta de deseo, es que se ignora la espontaneidad del deseo. Lo que falta ahí es la franela terapia, si me permiten la expresión (risas) que hace que el estímulo provoque aquello que supuestamente falta. La inmensa mayoría de las mujeres no tienen falta de excitación sexual, sino falta de espontaneidad. Es decir, no sienten espontáneamente las ganas.
G.: Y en las de menos de 30, ¿cómo se ve esa falta de deseo? Es la anorgasmia. Cuando una mujer es anorgásmica, tanto por autoestimulación como por coito, el sexo para ella no tiene premio. Y no tener premio hace que la sexualidad sea abortada, se la pone de lado.
¿Qué es lo que los hombres no conocen de las mujeres en materia de sexo? K.: Todo. Hay una diferencia sustancial entre el macho y el hombre. El macho dice que conoce todo, que tiene mucha experiencia, que no le faltan mujeres y experimentación. Puede dar cátedra de sexualidad. Un hombre es exactamente lo opuesto, es una persona como cualquier otra que va adquiriendo la experiencia lenta y progresivamente. Admite que sabe muy poco y ser dirigido por una mujer, señalado en la ruta y en la frecuencia con la que debe hacer el amor.
G.: Un error grave que los hombres cometen es que quieren que la forma de goce de las mujeres sea igual a la de ellos: el orgasmo. El hombre piensa: cuanto más adentro, rápido, más profundo, más grande, mejor. Y una mujer piensa: cuanto más suavecito, más de piel, más tranquilo, menos exigente, mejor. Son dos pensamientos bien diferentes. El hombre aplica su propio método sobre la mujer y encuentra que la mujer no responde a eso. Responde a otra cosa: necesita tiempo, espacio.
¿Qué es lo más importante que los hombres deberían saber de las mujeres en materia sexual? G.: Que muchas mujeres simulan el orgasmo para que los varones estén contentos. Las mujeres tienen tiempos y necesidades corporales diferentes. Su gran erotismo no está en la vagina sino en otras zonas del cuerpo, en los pechos, las piernas. A la mujer le gusta más besar que a los hombres.
K.: Ellos dicen “mi mujer es lenta”. Y toda mujer es lenta. Por una cuestión fisiológica que tendría que figurar en los manuales de educación sexual para adolescentes. El hombre, para tener una erección necesita 30 centímetros cúbicos de sangre. Y la mujer precisa tres veces más, 90. Entonces toda mujer es lenta y exige tiempo para ser estimulada. Y el hombre confunde erección con excitación, entonces penetra prematuramente. Esas mujeres no tienen fácilmente excitación sexual u orgasmos porque no tuvieron tiempo. Fueron penetradas prematuramente.
¿Aún hoy las mujeres simulan orgasmos? G.: Efectivamente. No pueden tolerar un amo descontento.
K.: La mujer simula el orgasmo, entre otras motivaciones, porque está dedicada más al hombre que a ella misma.
¿Por qué muchas mujeres no hablan de lo que les pasa sexualmente con sus parejas? G.: Parece que no ser perfecta sexualmente a algunas mujeres les da vergüenza; no tener orgasmos o no tener ganas, les da pudor.
¿Cuáles son las consecuencias? K.: Que se distancien cada vez más de la posibilidad de mejorar eso.
G.: La simulación es una idea que satisface a todos: al hombre porque se siente capaz de; a la mujer porque el hombre se siente bien y no crea conflicto. En cambio, la verdad, es un gran conflicto.
La imagen de mujeres comehombres que se ve en programas de televisión, ¿representa los deseos íntimos de las mujeres o más bien las fantasías de los hombres? K.: El macho es macho en relación a otros machos. Pero le teme a las mujeres, en el fondo, y mucho. Por lo tanto, una mujer comehombres es hipocresía sexual G.: En realidad es un invento masculino. Habría que pensar por qué algunos hombres necesitan ser comidos por las mujeres para ser felices. Es momento de que los hombres trabajemos sobre nosotros mismos.
¿A qué le temen los hombres? K.: Temen no poder satisfacer a esa mujer y ser abandonados por ella. El hombre sufre tremendamente del abandono.
Las mujeres también, ¿o no? K.: Sí, las mujeres también sienten el abandono pero el hombre mucho más. Porque la construcción de la identidad masculina lo hizo como dominador del mundo. La letra del tango lo dice, es imposible para él pensar en ser abandonado. Y cuando la mujer lo abandona, sufre enormemente.
G.: Acá disiento. También sucede lo contrario. El hombre hace lo posible por ser abandonado en muchos casos porque no puede abandonar. Entonces se porta mal, muestra a una amante o le pega a la mujer, hace cosas jodidas.
¿Qué podríamos hacer las mujeres para mejorar la sexualidad? G.: Lo primero es la amabilidad. La relación amable entre uno y otro. De buen trato. El buen trato genera calentura. Solamente la amabilidad del uno con el otro.
K: Al tipo que sale con una chica y tiene miedo de fallar le digo que nunca hay que hablar en la cama, siempre al pie de una bebida light en una confitería: “Me gustás mucho pero no me voy a encamar con vos”. La mujer es muy curiosa y va a preguntar: “¿por qué? ¿No te gusto?” (risas).
El machista Kusnetzoff dio un consejo a un varón. Pero yo pedí un consejo para la mujer para mejorar la sexualidad.
G.: Que la mujer se autovalore: no se mire los rollos, ni la celulitis, sino que use sus ojos. Lo mejor de la mujer está en los ojos. Cuando los ojos le brillan a las minas, para los hombres es sexo seguro.
K.: No, el visual es el hombre. No hay pornografía para mujeres, la pornografía es para los hombres. La mujer tiene que pedir ser acariciada, no mirada. Por favor acaríciame, no me mires, tocarme.
Apagá la luz (risas).
K.: La mujer necesita tacto. La luz es para los hombres.
G.: Voy a diferir de nuevo con Juan Carlos. Creo que las cosas cambiaron. Ahora, las mujeres le miran la cola parada a los hombres, los hombros, la musculatura y un montón de otras cosas que antes no miraban.
K.: Esa mujer tiene más de macho que de mujer.
¿El mito del tamaño del pene es importante para las mujeres? G.: Para las mujeres no, pero para los hombres sí. El goce de la mujer está en la entrada, en el clítoris, así que todo lo que vaya al fondo, allá lejos y hace tiempo, no significa nada. Como imagen, un pene enorme hace doler a las mujeres.
K.: Hay algo importante que las mujeres no saben: los hombres no tienen relaciones con las mujeres, los hombres tienen relaciones con el pene. Una vez que el pene se para, en ese momento se fijan con quién están (risas). Es terrible pero es así, y hay que decírselo a las chicas cuando tienen 18 años.
¿Hay mujeres que a los 55 o 60 años deciden retirarse del sexo? G.: Sí. Y hombres también. La frase que dicen es ya fue suficiente.
¿Qué puede hacer una mujer menopáusica que quiere tener sexo pero que sabe que las hormonas no funcionan como antes? K.: Buscarse un hombre que tenga tiempo para ella. Tiempo para reencontrarse con su cuerpo, con su piel, con las caricias, sino no sirve para nada.
¿Aparece en las consultas el tema de la rutina y el aburrimiento? G.: La rutina y el aburrimiento son el condimento de la falta de ganas. La mayoría de las mujeres vienen medicadas porque dicen que están deprimidas. Los antidepresivos, en general, son inhibidores del deseo sexual. Entonces nos encontramos con un doble mal: la inhibición del deseo sexual propio más el antidepresivo. También se ve en los varones el uso de antihipertensivos, que provocan impotencia en los hombres grandes.
K.: La rutina tiene dos caras, por una parte aburre siempre lo mismo, y tiene un peligro: que ese aburrimiento hace que se busque a alguien afuera. Pero la rutina es beneficiosa porque con pocos estímulos desencadena cascadas de exitosas erecciones, estimulaciones y orgasmos. Cosa que la novedad, al ser novedad, no produce.
¿Cuáles son las fantasías de las mujeres? K.: El príncipe que desciende de un caballo. Lo que pasa es que nunca te contaron cómo termina.
G.: Hoy pasa por apoderarse de lo que tienen los varones, que es el poder. El poder es una de las cosas a la que aspiran las mujeres.
¿Y cómo sería en el sexo? G.: La masculinidad tiene sus ritos, sus actos de dominación. Por ejemplo, a la mujer le resulta más fácil llegar al orgasmo estando arriba. Esa posición indica superioridad, está el hombre abajo. La fantasía es que van a tener relaciones y que el hombre no las va a obligar a estar abajo esperando.
K.: Agrego que la relación sexual de estas mujeres que aspiran a tener relaciones con el poder, lo que importa es exhibir la medalla.
G.: Crear envidia para las otras. Ser la mujer de Messi. Pero no confundamos fantasía con realidad. La fantasía de las de más de 40 es una relación que les de paz. Que el hombre no la atosigue. Los varones somos muy atosigadores y la mujer no busca eso.
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