El verano se acerca y el ambiente cada vez está más lleno de calor, claustrofobia, polución y pereza, sobre todo si vives en una ciudad sin mar que, a la hora de la siesta, alcanza la temperatura de un horno crematorio a plena potencia. Por no apetecer, casi ni apetece hacer el amor. Casi. Pero no somos de piedra y, a veces, en medio de la siesta y muy a pesar de la “flama”, es inevitable caer en la tentación de vulnerar el sexto mandamiento y darle una alegría al cuerpo, aunque acabemos exhaustos y jadeantes sobre un charco de sudor.
Por eso, en tiempos de calor, utilizar hielo y helados como juguetes eróticos es algo más que un capricho para fans de Nueve semanas y media: es una recreativa y refrescante necesidad, que no sólo funciona como un antídoto contra el calor, sino que aumenta el morbo y produce escalofríos de placer.
Pero refrescar las sesiones sexuales con cubitos de sexo no es tan fácil como parece en las películas ni tan sencillo como preparar un cóctel. A continuación, unas reglas básicas para disfrutar del sexo con hielo:
1. Preparar bien el lugar
El hielo tiene un pequeño defecto: se convierte en agua. Así que, si no quieres acabar con tu alcoba convertida en una piscina, utiliza un cubrecama sintético (valen las gomas que se usan para proteger los colchones de los niños meones o un simple revestimiento plástico) o bien cambia de escenario: hacerlo en la bañera o en el suelo de la cocina puede ser aún más divertido.
2. Llenar la cubitera
Como, con estos calores, el hielo se derrite con rapidez, es mejor vaciar un par de cubiteras en un recipiente y luego volver a por más, si hace falta. Tampoco es mala idea tener unos cuantos helados cremosos a mano y, por supuesto, preguntar a la pareja si le gustan los juegos lúbricos con temperaturas extremas: hay gente que se enfría (en el peor sentido) con estas cosas.
3. Desnudarse
No sólo porque hace un calor sofocante, sino para no poner la ropa perdida. Además, como veremos más adelante, el hielo es bueno para todas las zonas epidérmicas.
4. Besos bajo cero
Para empezar, puede estar bien pasar un rato morreando con la boca llena de hielo. Pasarse cubitos de una boca a otra, enfriar la lengua para dar besos fríos a tu amante por toda la cara… y lo que surja. Todo un festival de sensaciones térmicas.
5. Rutas polares
Con el cuerpo ya a tono, se puede proceder a acariciar la piel del amante con la lengua fría o directamente con los cubitos. Todas las zonas epidérmicas son susceptibles de recibir el contacto del hielo, pero es mejor empezar por la nuca y las muñecas para que el cuerpo no se “asuste” y se vaya acostumbrando a la agradable frialdad.
Hielo en mano, se pueden trazar varios recorridos sobre el cuerpo del amante, improvisando luego sobre ellos y haciendo parada y fonda en las zonas favoritas. Un éxito asegurado es empezar por la nuca y bajar con un cubito lentamente por la columna vertebral hasta las nalgas y, después, seguir por una pierna hasta rematar en los pies: el cubito se derretirá por completo entre sus dedos y tu boca.
6. Cuidado con las zonas erógenas
Hay que ser cauto con los lugares más sensibles de la anatomía humana: a casi nadie le gusta que le pongan un cubito en el clítoris, el glande, el esfínter o los pezones, porque el frío intenso puede llegar a quemar la zona. Hay que rodearla primero y luego tocarla poco a poco y, en función de la respuesta del amante, seguir o parar. La vida real no es un videoclip de Madonna.
Otra técnica más sutil y más eficaz que el contacto directo es enfriar bien con hielo un vibrador o unas bolas chinas para introducirlos en la vagina o el ano. El orgasmo refrigerado puede ser espectacular.
Y también puede ser interesarte acariciarse con el hielo por encima de la ropa interior. Estimula pero no quema.
7. Sexo oral frío/caliente
Para practicar felaciones o cunilingus, es mejor evitar el contacto directo del hielo, pero sí se pueden rozar los alrededores del pene o la vagina o enfriar bien la boca y aplicar la lengua helada sobre la zona. También es efectivo alternar el uso de caramelos Halls de menta acción vapor con cubitos de hielo para contrastar sensaciones y temperaturas.
8. Helados de fuego
Otra baza es rozar las zonas genitales con helados cremosos (por ejemplo, un Magnum previamente chupado para suavizar sus formas y quitar la corteza de chocolate), ya que su temperatura es más baja que la del hielo puro y, además, deja un rastro lechoso parecido al semen que puede ser muy agradable a la vista y se puede relamer con la boca, provocando una mezcla de temperaturas, texturas y sabores muy excitantes.
Cuanto más fálica sea la forma del helado, más posibilidades eróticas tendrá.
Y, para los fetichistas, existen auténticas joyas como el Frigopie. El Calippo, por su parte, es ideal para chupar, pero su gran cantidad de aditivos y su textura de hielo lo convierten en un producto poco recomendable para la penetración.
9. Baño refrigerante
Otra posibilidad es llenar la bañera de cubitos de hielo o helados y hacer el amor sobre ellos, contrastando el calor de la piel y el ardor del sexo con la frialdad del congelado colchón. Al final, nos encontraremos sobre un gran charco de agua fresca mezclada con fluidos corporales.
10. Joyas gélidas
Y para los amantes más cool (en todos los sentidos) la diseñadora Katharina Ludwig ha creado una
, compuesta por un puñado de bonitos pendientes, anillos y collares con base metálica y adornos de hielo. Son caras y efímeras, sí, pero tienen mucho morbo. “Se lucen un rato y se derriten con el calor corporal. Lo que permanece es el esqueleto de la joya y las marcas que deja sobre la piel de su portadora”, dice Katharina.
Fuente:sanjuandelolmo.foros.ws
http://www.sexomail.com/boletin/articulo.php?id=240