De las 160 adolescentes obligadas a prostituirse en España y rescatadas en lo que va del año, solamente una quiere volver a Paraguay. Las demás prefieren quedarse en la “Madre Patria” porque reciben protección, atención sicológica y formación. En cambio, en nuestro país –argumentan– no existe protección desde el Estado para las víctimas a pesar de ser un país de origen de la trata de personas. La mafia organizada actúa libremente.
En nuestro país nadie puede combatir el tráfico de personas desde las instituciones gubernamentales porque no se cuenta con una ley contra la lucha contra la trata, y actualmente existe un anteproyecto de ley que será perfeccionado por James Shaw, de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Crimen (UNDOC, por sus siglas en inglés).
Shaw es peruano, asesor legal regional para Asuntos del Crimen Organizado y experto en materia de trata de personas.
A partir de mañana Shaw va a estar de visita en Asunción, contratado especialmente para analizar el anteproyecto de ley en un periodo de tres meses para luego elevarlo al Congreso Nacional.
De las 160 adolescentes y jóvenes que fueron rescatadas de la esclavitud sexual en España, donde eran sometidas diariamente a la explotación sexual, solo una de ellas quiso volver a Paraguay. Todas las demás prefirieron quedarse en la “Madre Patria” porque, según explicó Rocío Mora, experta e integrante de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida (APRAMP), se necesitan condiciones de seguridad, tanto desde el Estado, recuperación sicológica, atención social y formación para la reinserción familiar y laboral en el Paraguay.
Miles de mujeres niñas, adolescentes y jóvenes paraguayas son captadas por la mafia organizada con fines de explotación sexual. Este comercio moviliza miles y miles de millones de dólares.
Rocío Mora informó en reuniones mantenidas con autoridades y en un seminario realizado este viernes último en la Cancillería ante la presencia de universitarios, organizaciones de la sociedad civil y funcionarios que integran la mesa inter- institucional de trata de personas, que todos los días atienden a más de 280 mujeres y el 21% de esas mujeres son paraguayas.
“No estamos hablando de un volumen muy pequeño; estas mujeres no tienen un pasaporte cuando hablamos con ellas ni cédula de identidad, ningún tipo de documento cuando hacemos nuestro primer trabajo de rescate”, indicó.
Desde el 2008 se viene trabajando en la elaboración de un anteproyecto de ley contra la trata de personas, especialmente mujeres, niñas y niños, que fue presentado como iniciativa y aporte en diciembre de 2009 a la coordinación de la Mesa Interinstitucional para la Prevención y Combate a la Trata de Personas.
Declaraciones de las víctimas paraguayas en España
La policía española ha identificado a más de 1.000 víctimas paraguayas.
Noelia y Zully, casadas y con hijos, venían a servir en casas engañadas y obligadas a ejercer la prostitución en un piso. “Somos paraguayas de Asunción, las dos del mismo barrio. Yo me llamo Noelia, y estoy casada y tengo cinco hijos. Zully, que viajó conmigo también, ella tiene cuatro niños. La vida no estaba siendo fácil y necesitábamos trabajar. Yo ya había estado en Brasil sirviendo en una casa. La situación es desesperante en Paraguay. Escuchamos a un hombre contar que buscaba a mujeres para trabajar en servicio doméstico en España y fuimos a la agencia que nos indicó. En la agencia nos informaron que se encargarían de todo, nos prestaban el dinero que costaba el viaje”.
Les hicieron firmar ante un notario. Noelia puso su casa y Zully la de su cuñada, y si no pagaban la deuda echarían a sus hijos a la calle, según la amenaza. Llegaron juntas a Madrid. En el aeropuerto las esperaba una mujer y las llevó a una casa donde vivían 15 personas más. “Al llegar, nos dimos cuenta de que todo era un engaño y que el trabajo prometido no existía. Para poder pagar la deuda teníamos que ejercer la prostitución. Al piso venían los clientes y de allí no podíamos salir”.
A ese piso iban chicas de APRAMP a repartir condones y preguntaban sobre la salud de ellas, luego pudieron salir gracias a la organización y reciben atención de apoyo y formación.
La realidad del engaño
La historia de Rosa, de 17 años, cuenta que su situación en su hogar en el Paraguay no era fácil, soñaba con otra vida. Rosa y su prima fueron obligadas por sus tías que estaban ejerciendo la prostitución en España, trabajando con la mafia de trata.
Cuenta Rosa que la empezaron a pegar, a castigarme sin comer, estaban muy asustadas con su prima también adolescente. “Se llevaron a mi prima. El primer día tuvo que acostarse con 40 hombres. Le hicieron mucho daño. Venía sangrando”.
“Cuando me quedaba sola con algún novio de mis tías empezaban a sobarme, a decirme cosas, me decían que me querían y me tocaban. Cuando les conté a mis tías, me castigaron y me pegaron. Como yo era virgen esperaban que cumpla los 18 años porque el cliente iba a pagar mucho más dinero para acostarse conmigo. Tuve mucho miedo, pasé mucho tiempo encerrada sola, pensé que cuando cumpliese los 18 años a mí me pasaría lo mismo”.
Agrega que “veía a mi prima y me daba mucha lastima. Fue duro, muy duro. Yo no estaba legal en el país ¿A quién iba a acudir? Estaba sola, no sabía hablar castellano”, comenta Rosa.
Rescate
“La policía llegó al club donde estaba mi prima y como no tenía papeles hablaron con ella y ella dijo que quería volver a Paraguay, que no quería estar aquí. Y la policía le dijo que la ayudaría a regresar. Mi prima se fue y un día llegó la policía, preguntaron por mí, mis tías le dijeron que yo no estaba, que ya no vivía ahí. Saqué valor y grite que sí que era yo, y me sacaron de allí y me trajeron a APRAMP”.
Para las mujeres víctimas el proceso migratorio no ha sido un éxito, sino todo lo contrario: un terrible infierno y regresar a su país supondría la revictimización de muchas de ellas.
“Miles de niñas, niños, adolescentes y jóvenes migran bajo engaños, algunos con el respaldo de sus padres. Son diariamente explotadas sexualmente en clubes, pisos particulares, casas, saunas”.
“No existe protección desde el Estado para las víctimas a pesar de ser un país de origen de la trata de personas. Ni siquiera se cuenta con una ley contra el tráfico para combatir este delito fuertemente organizado en el país”.
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