Tan sólo hasta hace una generación el trabajo sexual en Nueva Gales del Sur (Australia) estuvo penalizado durante muchos años. Se vinculaba así la industria del sexo a subculturas criminales y se afirmaba que servía para el “abastecimiento de combustible” necesario para desencadenar comportamientos corruptos.
Como consecuencia de ello los estudios científicos basados en la comunidad y en la práctica clínica basada en la evidencia, realizados en la ciudad australiana de Sydney, puso de manifiesto que en las mujeres que ejercían por libre o en burdeles “semiocultos” (similar a la situación española actual) la prostitución, las tasas de infecciones de transmisión sexual era comparable a los índices que referenciaban de muchos de de los Países con escasos recursos
Ante la aparición del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA/VIH) se vaticino una explosión en estas trabajadoras del sexo que repercutiría en la salud de la población en general. Es decir se contemplo la posibilidad de una epidemia incontrolada. Los doctores Basil Donovan, Christine Harcourt, Sandra Egger y Christopher Fairley, en su artículo científico “Improving the health of sex workers in NSW:maintaining success”, describen cómo el Departamento de Salud de Nueva Gales del Sur (NSW) en colaboración con los trabajadores del sexo han venido trabajando para mejorar la salud en el ámbito de la prostitución, y conseguir a traves de esta colaboración e integración entre prostitutas y servicios de salud pública y privada minimizar la amenaza potencial para la salud que plantea una realidad incuestionable cual es el comercio sexual.
Respuestas de la comunidad
Las trabajadoras del sexo habían comenzado a organizarse a partir de de 1981, y en 1983 formaron el primer Colectivo Australiano Prostitutas (CAP/APC). En 1986, la APC fue el primera organización de trabajadores del sexo basada en la comunidad en Australia y, posiblemente, la primera de estas organizaciones de base comunitaria en el mundo, que comenzaron a recibir fondos del gobierno. Esta financiación permitió que el APC movilizara y gestionara, por primera vez de modo auitónomo, equipos de voluntarios dirigidos a prestar servicios de educación entre pares y al apoyo de las trabajadoras sexuales a lo largo de Nueva Gales del Sur.
Aunque el colectivo australiano de prostitutas se disolvio en 1989, el Departamento de Salud de Nueva Gales del Sur reconoció que el modelo de salud pública del Colectivo, que había sido pionero, era un modo altamente eficaz de controlar y asegurar la salud pública de la ciudadanía. El Departamento se apresuró a ayudar para fundar una nueva organización de trabajadoras del sexo y conformar un nuevo proyecto en 1990 denominado: Sex Workers Outreach Project (SWOP) , cuyos fondos se administran por el propio Consejo del SWOP.
Este colectivo del SWOP es considerada una de las pocas organizaciones verdaderamente comunitarias de trabajadoras sexuales. La SWOP goza de la confianza de todas las partes que constituyen la industria del sexo de Nueva Gales del Sur, por esta razón sus representantes tienen un acceso único a prácticamente todos los establecimientos y trabajador@s sexuales y una estrecha relación de trabajo con los Servicios de Salud Pública de NSW (Nueva Gales del Sur).
Respuestas de política
NSW dio sus primeros pasos hacia la reforma de las leyes, que afectan profesionales del sexo en 1979, en el contexto de la reforma de los delitos públicos contra el orden y los crímenes “sin víctimas”, que había prometido la oposición política del momento (Wran, 1976). Sin embargo las leyes sobre la prostitución estaban profundamente arraigados en los estatutos, por lo que no fue sino hasta 1995 que las Cámaras legislativas no incorporaron la correspondiente enmienda por la cual todas las formas de trabajo sexual de adultos se despenalizaban de modo eficaz. Cabe destacar que en 1997 una encuesta entre las más vulnerables de trabajadoras sexuales, las prostitutas callejeras afectadas por el consumo de drogas, se encuentró una relación incómoda entre estas trabajadoras y la policía, pero no hay pruebas de corrupción.
La despenalización del “trabajo sexual habilitado” convirtio a Nueva Gales del Sur en un líder global en diferentes áreas políticas relacionadas con la participación ciudadana y comunitaria, así se desarrolló la primera publicación sobre las normas que deberían regir en los locales de trabajo, los burdeles, y puesta en marcha de la acreditación de una formación formal de educadores con la implantación de un diploma en educación sexual comunitaria. En respuesta al VIH/SIDA, la intervención directa del entonces Ministro de Salud de la Commonwealth, el Dr. Neal Blewett, dió como resultado que, a partir de 1985, las consultas de detección en las trabajadoras sexuales de las infecciones de transmisión sexual fueran reembolsados por los fondos públicos de salud (Medicare). Además, se aseguraba que las pruebas del VIH/SIDA era gratuitas y por lo general anónimas. En la práctica, rara vez se aplican estos recursos públicos, ya que aproximadamente la mitad de los prostíbulos de Sydney, mantienen conciertos por los cuales los trabajadores sexuales acceden al sector de la medicina privada para las pruebas para las infecciones de transmisión sexual y el propio seguimiento de la salud ginecologica de las propias trabajadoras sexuales.
Con la eliminación de las leyes penales, los burdeles quedaron sujetos con efeicacia a las normativas legales y a los criterios de planificación que administran los gobiernos locales. Esto sigue siendo un problema en Nueva Gales del Sur, ya que muchos políticos locales creen que sus electores quieren rechazar las solicitudes de nuevos burdeles. Por otra parte, los gobiernos locales no han sido provistos de los recursos suficientes como para administrar los burdeles en el cumplimiento de las correctas normas de higiene y de seguridad, con lo que se plantean debates politicos sobre si las normas se están cumpliendo. En una encuesta reciente a los consejos locales en el área de Sydney, se evidenció que no estaban siendo aprobadas a un ritmo suficiente aplicaciones normativas necesarias para cumplir con la demanda.
Respuestas del Servicio de Salud
Desde el comienzo de la década de 1990, el Servicio de Salud de NSW , adoptó una política consistente en que todos los centros de salud del área sanitaria, del Estado de NSW, deben proporcionar un especialista de salud gratuito y confidencial a disposición de las trabajadores que prestan servicios sexuales (prostitutas), y a disposición así mismo hacia los grupos de población clave a los que iban a ser dirigidos tales servicios.
Dentro de los servicios de salud, las trabajadores sexuales reciben un control periódico para el descarte de infecciones de transmisión sexual (en función de su nivel individual de riesgo), la vacunación contra la hepatitis, y los cursos y/o charlas sobre educación sanitaria específica incluyendo la instrucción en el uso adecuado y apropiado de los condones y sobre las estrategias de como negociar con los clientes que se resisten a usar condones. Además, la cobertura de la medicina pública (Medicare) en 1984 permitió a la población en general acceder a los médicos generales para las pruebas de infección sexualmente transmisibles y la atención subsiguiente de esta patología. Esto representó un gran alivio para la carga clínica en la detección y seguimiento de las enfermedades de trasmisión sexual, y permitió a los servicios de salud específicos del sexo avanzar hacia una población activa en el enfoque de su salud sexual, así como poner énfasis en la educación para la salud en general.
Retos
El consumo de drogas
La mayoría de las trabajadoras sexuales callejeras y una minoría de los trabajadores sexuales de burdeles o casas se inyectan drogas ilícitas. Debido al éxito sostenido de las campañas politicas sobre los daños en torno al uso de drogas (busca en google el artículo de Wodak y Maher) la reducción de su inadecuado consumo es una realidad, los profesionales del sexo se han librado en gran medida la exposición al VIH a través de equipos de inyección contaminados al disponer de material desechable y sobre todo información pública, la eliminación de materiales de inyección reutilizables, ‘puentes’ potenciales de la población para la trasmisión del VIH entre los usuarios de drogas y la población en general.
El trabajo coordinado de la SWOP, los Servicios de Salud Sexual Comunitarios y diferentes interesados han participado activamente en la reducción de esta lacra, en general sensibilizando y formando a la población sobre los serios riesgos incontrolados de mantener relación con adictos.
Las trabajadoras del sexo inmigrantes
Desde finales de 1980, los burdeles de Sydney son testigos de una afluencia considerable de mujeres de los países del este y el sudeste de Asia. Muchos estaban en deuda con los intermediarios de su viaje, pocas de ellas eran competentes en Inglés o tenían capacidades de negociación, la mayoría no fueron capaces de exigir a sus clientes el uso de condones, y por ende la prevalencia de las infecciones infecciones de transmisión era inaceptablemente alto. Con un serio problema añadido, la mayoría procedían de Tailandia, que era un país en el que empezaba a presentar una explosión en la infección por VIH/SIDA en su población general, con gran tendencia a la promiscuidad. Como respuesta a esta realidad, el Departamento de Salud de Nueva Gales del Sur siempre dió financiación y promovió la alianza y coordinación entre el Departamento, los Centros de Salud Sexual de Sydney y el SWOP desarrollando el Programa de Promoción de la Salud Multicultural que se puso en marcha en 1991. En primer lugar el personal perteneciente al Programa fué formado en tailandes, mandarín y coreano. Se elaboraron recursos educativos, incluyendo videos, libros y sobre todo cómic instructivos en los idiomas apropiados, se distribuyeron en divulgación a los burdeles asiáticos y en las clínicas. Una buena asistencia clínicas de idiomas asiáticos se han establecido en varios sexual los servicios de salud alrededor de Sydney, con un enfoque en la salud la educación.
El Programa Multicultural de Promoción de la Salud ha sido un éxito. El uso de preservativos por las mujeres de procedencia asiática es ahora similar a las trabajadoras sexuales australianas residentes y la prevalencia de infecciones de transmisión sexual se encuentra en una histórica bajada, por ejemplo, la incidencia de la gonorrea, entre las mujeres de los prostíbulos de Sydney, ha disminuido de un cuatrocientos cuarenta por cien mujeres/año (440%) , en el bienio 1980-1981, a un cero coma veinticuatro por cien mujeres año (0,24 %) para el periodo 200-2006. Menos del 1% de estas mujeres llegan a los burdeles con infección por VIH/SIDA y hasta la fecha no se ha documentado ningún caso de transmisión del VIH/SIDA o en estas mujeres como resultado de su trabajo sexual en Australia.
Como las mujeres de Asia constituyen en la actualidad la mayoría de las mujeres que trabajan en los burdeles de Sydney, desplazando a otras etnias, el Programa de la SWOP sigue siendo muy importante. Con el tiempo, la visita periódica a la clínica médica y ginecológica, por parte de este grupo de las mujeres ha sido mayor, estan mejor educadas y son más competentes en inglés y en sus capacidades asertivas de relación con los clientes. Además un mayor número de ellas están trabajando en Australia con visas legítimas de estudiante o bajo el estatuto de residente.
Pocas han trabajado como profesionales del sexo antes de llegar a Australia. Se puede decir que ya hace mucho tiempo que efectivamente estas mujeres que trabajaban en el mercado del sexo, se dedicaban a la prostitución porque eran mujeres víctimas de la “trata”, lo que fué el mayor riesgo erradicado ya en la década de 1990, y ahora se puede afirmar que las trabajadoras sexuales de procedencia asiática tienen su vida laboral más controlada y una libre vida personal.
Trabajadores sexuales masculinos
La vigilancia de los trabajadores del sexo masculino es más difícil. Ellos son una parte mucho más pequeña de la industria del sexo y confian más en un tipo de comunicación electrónica con los clientes (teléfonos móviles e Internet), lo que ha sustituido a los lugares de trabajo convencionales (burdeles) lo que ha incrementado un cierto riesgo y unas modificaciones en los programas de salud sexual. La evidencia anecdótica sugiere que la industria del sexo femenino se está desarrollando de una manera similar, tanto en lo que respecta a negocios o empresas del sexo como a libres trabajadoras sexuales que ofrecen sus servicios. Es así que la SWOP está modificando sus protocolos y adecuandolos a esta innovación tecnológica. Además se ha abierto un determinado frente que es el de las jóvenes espontáneas que ofrecen sexo desde sus casas, pero que pueden caer en manos de desconocidos incontrolados.
En una cohorte de base comunitaria de los hombres gay en Sydney, una de cada cinco hombres reportó haber sido pagado para tener relaciones sexuales en algún momento yesto había ocurrido en los últimos seis meses en uno de cada 20 de estos hombres encuestados. Sin embargo, más de la mitad de los hombres, esto sólo había ocurrido en una o dos ocasiones.
Aunque el uso de preservativos por parte de los clientes, de los profesionales del sexo masculino, ha ido en alta, es muy curioso que aún siendo la via de penetración de alto riesgo, el sexo masculino era más propenso a practicar sexo sin protección con la pareja que no pagaba y presentaban más probabilidades de consumir drogas ilícitas con respecto tanto a las mujeres trabajadoras de los prostíbulos como a los hombres homosexuales trabajadores sexuales. En un entorno clínico en Sydney, los trabajadores sexuales masculinos presentaron menos probabilidad de ser VIH/SIDA seropositivo y más propensos a informar del sexo seguro que realizaron como prostitutos con las mujeres que los hombres que no trabajan el sexo pero que mantienen relaciones sexuales con otros hombres. La vulnerabilidad de los trabajadores del sexo masculino a infecciones sexualmente transmisibles y al VIH/SIDA (y su potencial para una posterior transmisión) parece estar más relacionada con sus relaciones sexuales no comerciales (en la falsa confianza con su pareja) o en los adictos a inyección de drogas como pago por su comportamiento sexual. Como hemos visto algo similar ocurre con las trabajadoras sexuales femeninas australianas donde la confianza inadecuada con su pareja fija o espontánea (sin pago por servicios) conduce a la infección.
Los Transexuales, trabajadoras del sexo, representa el 12,5% de las profesionales que ofrecen servicios sexuales en la calle, lo que representa por si mismo un nivel de riesgo que debe de atajarse comunitariamente. Mientras los trabajadores de transgénero de la calle eran un poco menos probables dentro del colectivo de los dependientes o dictos a las drogas, sus contrapartes femeninas que tenían menos opciones de empleo alternativo fuera de la consumición de drogas. Esto determino un nuevo aporte de mejora y un reto para la SWOP. Así a un nivel de alcance ya se ha reportado el aumento de los trabajadores ocasionales de transgénero en burdeles femeninos. Como casi la mitad de las personas transexuales tienen un historial de trabajo sexual, como resultado de sus limitadas alternativas de empleo en otros ámbitos de la sociedad, los servicios relacionados con esta población tienen experiencia en tratar con este problema de falta de integración social para este colectivo. Desde el principio, SWOP se ha ocupado de las especiales cuestiones sociosanitarias planteadas por tanto los hombres como los transexuales del trabajo sexual, que por lo general presentan problemas medico -sociales que se extienden más allá del inmediato riesgo de enfermedades de trasmisión sexual y el VIH/SIDA, y que obviamente requieren disponer de un soporte de ayuda.
Los clientes de las trabajadoras sexuales
Los hombres australianos están entre los consumidores menos frecuentes de servicios sexuales comerciales, en relación con el resto del mundo. En gran medida por la amplia libertas sexual de las mujeres y hombres dentro de la permisiva y moderna sociedad australiana. En un gran encuesta nacional representativa en el período 2001-2002, un 2,3% de los hombres de Nueva Gales del Sur reportaron haber pagado para tener relaciones sexuales en el último año, similar a la media nacional, y menos de la mitad de la tasa reportado por los hombres de Nueva Zelanda, ambos países con el sexo labooral despenalizado.
Una proporción tan baja significa que debido o a causa del comercio sexual es poco probable que se produzca una amplia heterosexuales epidemia del VIH/SIDA en Australia y además debe reseñarse que la despenalización ha contribuido a que no se haya producido un aumento en la incidencia del trabajo sexual. Estudios clínicos y poblacionales han puesto de manifiesto que los clientes masculinos que acuden a las trabajadoras sexuales reportaron haber tenido más parejas sexuales estables que aquellos otros hombres que visitaban en menor incidencia el sexo de pago y, además, pusieron en evidencia que aquellos que habitualmente consumían sexo de pago tenían más probabilidades de ser consumidores de drogas. Todo ello indicaba el éxito y la eficiencia del SWOP.
Conclusión
Nueva Gales el Sur mantiene programas altamente eficaces que han reducido al mínimo la amenaza de salud pública que, en principio, plantea el comercio del sexo. El Departamento de Salud de Nueva Gales del Sur ha trabajado en cooperación con SWOP durante más de 20 años con la ayuda de un clima político y social de despenalización legal, sin que los innecesarios gastos y las barreras de acceso que pudieran haber sido creados por la regulación interfirieran en la efectividad del Programa.
Sin embargo, la industria del sexo en Nueva Gales del Sur renueva más de la mitad de su fuerza de trabajo (prostitutas) cada año por lo que se requiere un plus para seguir abordando con total efectividad el cambio rápido de incorporación de nuevas prostitutas y por tanto la necesidad de que los programas permanentes de promoción de la salud no disminuyan.
La despenalización ha evidenciado una mejora en la salud pública y un mejor conocimiento y control de las enfermedades de trasmisión sexual tanto entre los jóvenes como los adultos, los casados o solteros, los monógamos y los promiscuos, los hetero, homo y transgénero, etc., todo ello gracias a la participación y compromiso comunitario y aceptación de la diversidad.
http://sexnoetikos.com/2011/12/29/prostitucion-legal-y-mejora-de-la-salud/