
La industria del sexo en Japón es una de las más activas y mueve muchísimo dinero, sin que haya visos de que esta situación vaya a cambiar, ya que cada año crece más y más. En el año 2001, por ejemplo, el negocio del sexo supuso unos ingresos de 2,37 billones de yenes, mientras que una década antes los ingresos estaban sólo en 1,7 billones. Una subida considerable si tenemos en cuenta la magnitud de las cifras que barajamos.
Estas cifras que hemos comentado no incluyen todos los ingresos relacionados con el “sexo virtual”, es decir, con la venta de revistas para adultos, la venta y alquiler de vídeos y DVD porno, o la pornografía por Internet. De hecho, las cifras tampoco recogen los ingresos de los más de 40.000 love hotels repartidos por todo Japón.
A primera vista casi parece que los problemas económicos de Japón no han afectado a esta industria, pero no nos engañemos, ni siquiera el negocio del sexo se ha librado ya que también aquí se han sufrido las consecuencias de la recesión japonesa, y no pocos dueños de clubes o de salas de baños han tenido que recortar precios como en cualquier otro tipo de negocios del sector servicios.
un 40 por ciento de los japoneses reconoce haber pagado para obtener sexo al menos una vez en su vida
Pero el sexo sigue siendo un gran negocio en Japón, y es que más de un 10 por ciento de los hombres japoneses utilizan servicios de índole sexual, cifra que crece hasta el 20 por ciento si hablamos de los jóvenes, según un estudio del propio gobierno japonés. En los Estados Unidos y en Europa estas cifras se sitúan en torno al 1 o 2 por ciento de la población. De hecho, según estudios hechos por grupos antiprostitución, un 40 por ciento de los japoneses reconoce haber pagado para obtener sexo al menos una vez en su vida. No en vano, en una zona especialmente dedicada al sexo en Tokio, de algo menos de medio kilómetro cuadrado, podemos encontrar unos 3500 locales dedicados al negocio del sexo, incluyendo locales de strip-tease, salas de vídeo, casas de baños, love hotels, sex-shops, clubes de teléfono, etc. Además, los japoneses no sólo disfrutan de esta industria en su propio país, sino que constituyen el mayor grupo de turistas sexuales en Asia.
Curiosamente, y según un estudio anual realizado por Durex, los japoneses hacen el amor una media de 45 veces al año (la media en Grecia es de 138 veces), siendo el país con un índice más bajo de todos los incluidos en la citada encuesta. ¿Pero no hemos dicho que la industria del sexo en Japón está mucho más extendida que en Occidente? Al parecer, los japoneses no le dan tanta importancia al coito, prefiriendo muchas veces otras actividades sexuales que no implican penetración.
Debido a la recesión y al declive de ciertos negocios sexuales “tradicionales”, los japoneses se han visto obligados a innovar. Algunas de estas innovaciones son los imekura (clubes de imagen) o los deliheru (contracción de delivery health, bienestar a domicilio), pero existen muchas más, de las que hablamos brevemente más adelante.
Takuro Morinaga, de UFJ Research, comentaba que “la vida media de los servicios más populares solía ser de 22 años, en los tiempos de gran crecimiento económico, pero hoy en día es de menos de 3 años”. Por lo tanto, las empresas no dejan de buscar innovaciones para añadir valor a los servicios que ofrecen, bordeando los límites de lo legalmente permitido, y aprovechándose de las nuevas tecnologías para poner en marcha sus servicios, como en el caso del deliheru. Además, utilizan una agresiva campaña de publicidad, llenando los buzones de todo Japón de panfletos que promocionan todo tipo de servicios sexuales, y que están al alcance de cualquiera.
Otro aspecto curioso salta a la luz cuando pensamos en la actitud aparentemente abierta de los japoneses con respecto al sexo, puesto que la industria sexual en Japón está pensada casi exclusivamente por y para hombres, habiendo una tremenda desigualdad. De hecho, el papel principal de la mujer en la industria sexual japonesa es el de empleada. Y generalmente con unas condiciones deplorables, pues bien sabido es que la mafia japonesa, la archiconocida yakuza, está detrás de la mayoría de negocios sexuales. Por ello, estos negocios se aprovechan de mujeres que se dedican a la prostitución porque no tienen ni un yen para sobrevivir, y que suelen ser extranjeras que han entrado de forma ilegal en el país (generalmente tailandesas o filipinas). También existen japonesas que se dedican a este negocio, por supuesto, pero éstas no suelen involucrarse en el comercio del sexo a tiempo completo, ya que no necesitan el dinero para cubrir sus necesidades básicas, sino más bien para poder gastárselo en ropa y complementos de firmas de alta costura.
¿Sexo en pareja?
En definitiva, los japoneses están más que dispuestos a pagar por obtener sexo (más que en Occidente, desde luego), del tipo que sea, pero siempre sin preocupaciones, sin ataduras externas ni lazos afectivos, porque en lo que respecta a las relaciones de pareja, el número de divorcios va en aumento y la natalidad está bajo mínimos.
Para hacernos una idea, podemos revisar una serie de estadísticas del año 2004 en las que se ve que el porcentaje de japonesas que llegando a los 30 años seguían solteras ascendía al 54 por ciento, mientras que en 1985 el porcentaje era únicamente del 30.6 por ciento. En cuanto a la natalidad, la media de niños por pareja en 2004 era de 1.32, muy por debajo de los 2.1 que serían necesarios para la regeneración de la población.
Básicamente lo que ocurre es que muchos hombres japoneses no quieren las complicaciones de una pareja, y las mujeres, en muchos casos, esperan y esperan hasta que aparezca el hombre perfecto, que ayuda en casa y que se preocupa por los hijos, que normalmente nunca aparece, y en muchos casos ambos prefieren seguir viviendo con sus padres con las menores responsabilidades posibles. Y en el caso de una pareja casada, si ya se han tenido hijos, la vida sexual de la pareja cae, como hemos visto antes, a mínimos increíbles.
La realidad es que, cada vez más, los japoneses separan el sexo marital (al que pocas veces se le considera como fuente de placer, sino simplemente como fuente de hijos) del sexo por el mero placer del sexo, y es por eso que la industria sexual en Japón es de las más variadas y creativas del mundo.
Servicios para todos los gustos
Como hemos comentado, Japón es uno de los países a la cabeza en “innovación sexual”, con una oferta de servicios de tipo sexual de lo más variado. No queremos acabar este artículo sin enumerar alguno de estos servicios o prácticas.
Burusera
Muchas chicas jóvenes que no se atreven a citarse con un cliente sí se atreven a vender su ropa interior. El dinero que obtienen no es tan grande, pero sí mucho más seguro.
Cuanto más usada esté la ropa interior más dinero recibirá la chica. Luego, esta ropa interior se guarda en cajas para preservar el estado original de la prenda. Hablaremos de esto con más profundidad próximamente.
Casas de baños
El negocio de las casas de baños, o soapland en japonés, es uno de los más conocidos de todos los negocios sexuales de Japón, y también el más antiguo, ya que comenzó su andadura allá por 1657. Son legales porque en teoría son simplemente casas de baños, y cualquier cosa que pase dentro es algo acordado entre adultos, que legalmente no entra dentro de la definición de prostitución. En este tipo de locales, los clientes pueden bañarse con las prostitutas, tras lo cual escogen a una con la que tienen sexo.
Este tipo de negocios fueron llamados originalmente «baños turcos” o torukoburo, pero el embajador turco en Japón protestó ante la asociación de ideas que esto podía implicar, pasando a denominarse soapland desde entonces.
Según un estudio de Takashi Kadokura, del Dai-ichi Life Research Institute, Inc., a principios de los años 80 había unas 1700 casas de baños, de las cuales en 2001 quedaban unas 1200 únicamente. Sigue siendo un número considerable, por supuesto, pero su declive es evidente y, por el momento, imparable, mientras que los “salones rosas” o pink salons los están sustituyendo a marchas forzadas, ya que ofrecen el mismo tipo de servicio pero mucho más barato, aunque con menos clase.
Está claro que este tipo de negocio ha sido el gran damnificado de la recesión económica, y es que los ingresos se han reducido a una tercera parte de lo que se ganaba en los años 80. Por eso, la única solución que algunos empresarios han visto como factible ha sido aumentar el número de servicios ofrecidos, y bajar los precios.
Clubes de citas
En estos lugares, según se dice, sólo ayudan a los clientes a conseguir una cita, no a obtener sexo. Muchas estudiantes japonesas se “asocian” con este tipo de clubes, porque así es más sencillo encontrar clientes que posibiliten el pago de caprichos tales como complementos de marcas de alta costura, entre otros.
Deriheru
Esta palabra viene del inglés delivery health, o, en una traducción libre pero ajustada a la realidad, “reparto a domicilio de bienestar”. Este tipo de negocio, que mueve unos 500.000 millones de yenes anuales, ha tenido un gran boom en los últimos años, debido a que los costes de inversión para iniciar un negocio de este tipo son bastante bajos si lo comparamos con el resto de negocios del mismo ramo: todo lo que se necesita es un pequeño apartamento con unos cuantos teléfonos. El propietario del negocio llama a sus empleadas sólo cuando las necesita, y así no tiene que tenerlas en la “oficina” ni que pagarlas mientras están en estas oficinas. Normalmente, de hecho, las trabajadoras no tienen ni siquiera contacto directo con sus jefes. Además, como en los anuncios que se ponen en postes eléctricos o en cabinas de teléfono sólo aparece un número de teléfono móvil, y lo que ocurra entre el cliente y la trabajadora es algo estrictamente privado, estos negocios están fuera del alcance de la ley.
La palabra inglesa health, que significa salud, en el inglés peculiar de los japoneses viene a significar placer erótico. Y lo que este servicio de entrega a domicilio entrega en la casa del cliente, o también en el hotel en el que está alojado dicho cliente, es una chica. Los servicios luego ofrecidos por esta chica son sexuales, pero no suelen incluir el sexo con penetración.
Según la Agencia Nacional de Policía, estos negocios han crecido enormemente, pasando de algo menos de 3000 en 1999 a casi 8500 en 2001 (como idea comparativa, baste decir que Japón es el segundo país en el mundo en número de McDonalds, y en 2001 sólo había unos 3900 locales).
Pero ya que se habla de que este servicio ha crecido mucho gracias a su bajo coste, ¿de cuánto dinero estamos hablando? Aproximadamente la media de coste se sitúa entre 10.000 y 15.000 yenes, mientras que una casa de baños puede llegar a costar unos 50.000 yenes. En estos servicios a domicilio, la chica se suele llevar la mitad de la tarifa, mientras que el resto lo transfiere a su empleador, con lo que no es necesario ni siquiera el contacto directo entre empleador y empleada.
Estudiosos del sector comentan que tal como está la economía, y con el actual nivel de desempleo que hay, cada vez hay más chicas que optan por este tipo de trabajos, ya que les permite ganar fácilmente más de 6 veces lo que ganarían si trabajaran en un McDonalds. Según otros, en 2001 se cifraba en unas 168.000 el número de empleadas de estos servicios de entrega a domicilio, aunque casi todas ellas suelen ser amas de casa que trabajan a media jornada. Pero también hay jovencitas, claro. De hecho, se estima que en Tokio, un 8 por ciento de las estudiantes de secundaria y de instituto han participado en este tipo de negocios en algún momento para poder costearse los típicos caprichos de marca.
Muchos de los “comercios” que se ven al pasar por la calle, empapelados de fotos de chicas, ofrecen este tipo de servicio. En ellos podemos ver fotos y más fotos, tanto de jovencitas como de chicas más maduras, con números de teléfono. Aunque en estas salas, siempre suele haber alguien que ayuda al cliente potencial a conseguir lo que quiere: el cliente le dice sus preferencias, y ellos se encargan de ver, entre todas las chicas de su base de datos, qué pueden ofrecerle que se adapte mejor a sus gustos.
Este tipo de negocios están perfectamente pensados para que las chicas que se dedican a esto de forma ocasional no sufran la vergüenza o el desprecio si sus familiares o amigos se enteran de su ocupación, porque existen empresas relacionadas que proporcionan certificados de empleo y nóminas falsas, que fabrican coartadas y excusas para que la chica puede ir de forma inesperada a cumplir con un cliente.
Enjo kōsai
Bajo este nombre encontramos las citas que se establecen entre hombres maduros y colegialas, a veces sólo para pasear cogidos de la mano, a veces para tener sexo, que permiten que estas jóvenes estudiantes consigan un dinero extra que les permite comprarse todo tipo de artículos de lujo que con su paga no se pueden permitir. También profundizaremos sobre este tema próximamente.
Imekura
Estos “clubes de imagen” son lugares en los que hay todo tipo de interpretación sexual, como la utilización de uniformes escolares o de enfermeras (de forma similar a los cosplay típicos en los salones del manga). El coste básico no incluye el sexo con penetración, pero se puede conseguir pagando un extra. Cada club se suele centrar en un tipo de imagen concreta, como uniformes de policías, o uniformes de enfermeras, etc.
Además, algunos de estos clubes están especializados en exhibicionismo. Esto quiere decir que el cliente puede contratar a una chica para que le acompañe en un viaje en metro, por ejemplo, y practicar sexo con ella en el andén, o incluso en el vagón.
Las empleadas de este tipo de clubes suelen ser chicas jóvenes, pero como estos clubes cubren todo tipo de fantasías masculinas, existen algunos que están especializados en mujeres mayores, llegando a tener empleadas de hasta 60 años.
Love hotels
Este tipo de hoteles suelen ser utilizados por horas, no por noches, porque están especialmente pensados para parejas de novios que no tienen donde encontrarse, o también para hombres que buscan un lugar apartado en el que tener sexo con alguna chica.
Casi todos estos hoteles son temáticos, con una decoración tanto de las habitaciones como del propio hotel que resultan muy poco discretos. Las habitaciones, sin embargo, están repletas de comodidades como jacuzzi, videojuegos, canales de películas porno, etc. Hablaremos más en profundidad de este tipo de hoteles próximamente.
Salas de vídeo
Son pequeños cubículos privados en los que el cliente puede ver una película por un coste situado entre los 1000 y 1500 yenes. El precio, además, suele incluir los pañuelos de papel.
Otras variaciones incluyen ver como una chica se quita la ropa mientras el cliente se masturba e, incluso, por un extra de unos 2000 yenes más puede venir otra empleada a masturbar al cliente. En cualquier caso, estas empleadas permiten ciertos toques íntimos, pero jamás se desprenden de la ropa.
También dentro de esta categoría se podrían encuadrar las pequeñas y sucias habitaciones que muchos clubes de strip-tease ponen a disposición de sus clientes, en las que se puede tener sexo con penetración con alguna de las bailarinas del club (casi siempre extranjeras). La entrada en estos clubes no cuesta más de 5000 yenes y el sexo con la bailarina, unos 10.000 yenes.
Salones rosas
Lo que los japoneses llaman pink salons son locales especializados en sexo oral y son los negocios que están barriendo a las casas de baños, ya que los costes son realmente ridículos. Por ejemplo, un bono de tres sesiones de sexo oral no cuesta más de 6000 yenes.
Estos “salones” son muy similares a cualquier bar normal, pero con la particularidad de ser especialmente oscuros. Cada cliente se sienta, y al cabo de un rato, una empleada se le acerca y le practica sexo oral. Al cabo de un tiempo, normalmente unos 10 minutos, se acerca otra empleada diferente para hacer exactamente lo mismo, y así sucesivamente hasta agotar el bono de sesiones que el cliente haya comprado.
En este tipo de locales, por un coste aproximado de 10.000 yenes, se puede conseguir la opción de sexo con penetración, que funciona de manera similar: una empleada se acerca al lugar donde está sentado el cliente y le hace el amor.
Sex-shops
Como en el resto del mundo, en Japón también existen este tipo de tiendas, que son muy similares a sus contrapartidas occidentales. Según el mismo estudio realizado por Kadokura, existen unos 1800 sex-shops en todo Japón, y la media de tiempo que un hombre pasa en un sex-shop viene a ser del orden de unos 8 minutos solamente. Los beneficios de este tipo de negocios han aumentado un 50 por ciento desde los años 80. De hecho, se estima que la media de visitas que tiene un sex-shop en un año es de unas 32.800.
Televisión y telefonía
El negocio del sexo también ha sido siempre muy rentable para las operadoras de cable o de satélite, y para las empresas de telecomunicaciones. Aunque esto no es nuevo, ya que es perfectamente conocido el gran negocio de los teléfonos eróticos, en los que la operadora al otro lado de la línea intenta que el cliente pase la mayor cantidad de tiempo posible al teléfono. También existen muchas páginas para teléfonos móviles que no son oficiales, pero que son fáciles de encontrar y que ofrecen números de teléfono para servicios sexuales (NTT DoCoMo, la operadora líder de telefonía móvil en Japón, reconoció en 2001 haber ganado 250 millones de yenes de “páginas no oficiales”, que eran casi todas de temática sexual).
Sin embargo, de las empresas de satélite y de cable no se tiene tanta información, ya que suelen ser reacias a divulgar qué cantidad de dinero ganan gracias al porno. Lo que está claro es que las ganancias son muy grandes. De hecho, uno de los proveedores de contenidos para cable reconocía tener 40.000 clientes abonados al porno, y también que la mitad del contenido que se compra en la modalidad pay-per-view era de temática sexual.
Terekura
Esta palabra japonesa es una contracción de los términos ingleses al estilo japones terefon kurabu, o clubes de teléfono. Estos clubes fomentan el primer contacto de muchas chicas jóvenes japonesas con este mundillo, y se estima que hacia el año 1998 había registrados casi 2000 clubes de este tipo. Según un estudio de la Agencia Nacional de Policía japonesa, publicado en el año 1997, una cuarta parte de las estudiantes de entre 12 y 15 años habían participado en este tipo de clubes en algún momento.
El funcionamiento es muy simple: los clientes, siempre hombres, van a estos clubes, se sientan en un cubículo que tiene un teléfono, a esperar la llamada de alguna de estas jovencitas. Para las chicas, el número de teléfono de los cubículos es gratuito, ya que es el cliente el que corre con el coste de la llamada. El objetivo final de esta llamada suele ser el concertar una cita entre ambos. Por supuesto, este tipo de prácticas es uno de los mayores caldos de cultivo para el enjo kōsai, del que hablaremos próximamente.
La influencia de Internet
Uno de los grandes afectados en la recesión de todo el país dentro de esta industria tan pujante han sido las revistas, y es que su venta ha caído en picado, a veces hasta un 15% anual, según la revista All Japan.
¿Quién tiene la culpa de esto? Además de la falta de dinero causada por la recesión, el mayor culpable de esta caída ha sido y es Internet, que contiene muchísimos contenidos gratuitos y sobre todo, en muchos casos, sin censura, ya que en Japón las leyes sobre obscenidad obligan a la utilización de un efecto llamado bokashi, que consiste en tapar los genitales haciendo que esa parte de la imagen salga borrosa. Sin embargo, según Mitsuhiro Shimamura, director de películas pornográficas, cada mes se producen en Japón 1000 películas pornográficas ilegales que no difuminan los genitales y que luego se pueden encontrar fácilmente en Internet.
Hiroyuki Tsunoda, uno de los presidentes de una de las empresas de entretenimiento para adultos más importantes de Japón, Media Station Co. Ltd., admite que Internet se he llevado gran parte de sus beneficios, ya que resulta muy sencillo descargar porno sin censurar de servidores extranjeros. Otras voces dicen que el problema también está dentro de la propia industria, que no se ha sabido adaptar a los tiempos que corren y que se ha encerrado en un tipo de temática que empieza a cansar. Esta temática “típica” que se sigue repitiendo hasta la saciedad es la de “joven guapa con hombre maduro experimentado”, mientras que en Internet es posible encontrar muchos más géneros.
Viendo que las cosas no van a mejorar, lo que han hecho todas estas empresas de vídeos para adultos es poner su página web en Internet, de lo que se obtienen importantes beneficios, porque como las películas ya han sido rodadas, y el dinero ya ha sido invertido, cualquier beneficio que se obtenga por Internet es un extra. Aunque todavía no están obteniendo tanto dinero como podrían llegar a obtener, porque de momento son pocos los que se plantean pagar por algo que se puede obtener gratis.
La prostitución más tradicional
Por supuesto, también hay prostitución “tradicional”, con mujeres que esperan en la calle a que pasen clientes potenciales, a los que decirles issho ni asobimasen ka, o traducido, “¿Jugamos juntos?”. La mayoría de estas mujeres suelen ser tailandesas, aunque también hay chinas y japonesas, y suelen utilizar los love hotels que tanto proliferan en Japón como lugares para dar el servicio. Generalmente es el cliente el que paga la habitación.
Como ya hemos dicho, la gran mayoría de estas mujeres son extranjeras, generalmente del sudeste asiático, que huyen de sus países en busca de oportunidades. Estas mujeres normalmente reciben un visado con la etiqueta “entretenimiento”, pero es bien conocido que muchas veces esta etiqueta es un eufemismo para referirse a “trabajadora sexual”. De hecho, alrededor del 80 por ciento de las mujeres asiáticas que entraron en Japón en la década de 1990 de forma legal tenían este tipo de visado. En 1998 el número de mujeres extranjeras dedicadas a la prostitución rondaba las 150.000, casi la mitad de ellas filipinas y un 40 por ciento tailandesas.
En la gran mayoría de los casos de negocios relacionados con el sexo, ya sea ilegal o de legalidad dudosa, es la mafia japonesa o yakuza la que está detrás.
Referencias
Coalition Against Trafficking in Women. Trafficking in Women and Prostitution in the Asia Pacific. Newsletter Volume 1.2, Winter 1998.
Internacional Labor Organization, Elif Kaban. UN labour body urges recognition of sex industry. Reuters, 18 de agosto de 1998.
1996 National Police Agency survey. Tokyo cracks down on teenage prostitution clubs. Reuters, 13 de agosto de 1997.
Coleman, Joseph. Pornography easy to find in Japan. Associated Press, octubre de 1997.
Supalak Ganjanakhundee. Migrant workers booming as Asian economy declines. Kyodo News, 23 de septiembre de 1998.
Fuente: http://japonismo.com/japonismo3/index.php/web/articulo/la-industria-del-sexo-en-japon/